Mundial Sudáfrica 2010

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Xavier Hernández Creus

Xavier Hernández Creus

Edad:
30
Fecha de nacimiento:
25/01/1980
Estatura y peso:
1.7m 68 kg
Demarcación:
Medio
Club:
Barcelona
Número internacionalidades:
93
Velocidad 6/10
Regate 8/10
Remate 9/10
Visión de juego 10/10
Estadísticas en el mundial
Partidos jugados:
7
Partidos titular:
7
Partidos suplente:
0
Minutos:
672
Goles:
0
Goles penalti:
0
Asistencias:
25
Tarjetas amarillas:
1
Tarjetas rojas:
0
posición de Xavier Hernández Creus

el análisis

El reloj sin fallo

La historia futbolística de Xavi es el resultado de un tipo obsesionado con el fútbol más con el juego que con la competición, porque el de Terrasa siempre ha visto este deporte como un disfrute, como una forma de ser feliz sin tener que depender de los títulos

Xavi es el cerebro en torno al que gira el juego español. / Archivo Xavi es el cerebro en torno al que gira el juego español. / Archivo
por Javier Bragado

Xavi Hernández no es un tipo cualquiera por mucho que lo intente demostrar. Porque un tipo cualquiera no sería el mascarón de proa del equipo de fútbol con el mejor juego del planeta o con la primera selección española que ha ganado un gran torneo (sin ser anfitriones) con un estilo propio identificado con la excelencia. Por mucho que exponga su imagen de chico que sigue viviendo con sus padres y viviendo en su ciudad resulta evidente que ha aportado gran parte del éxito de su generación con una Eurocopa, dos Copas de Europas y hasta una medalla de plata olímpica. La historia futbolística de Xavi es el resultado de un tipo obsesionado con el fútbol más con el juego que con la competición, porque el de Terrasa siempre ha visto este deporte como un disfrute, como una forma de ser feliz sin tener que depender de los títulos.

Porque el éxito de Xavi tiene un ancla en su niñez, en aquellas mañanas en la plaza del Progreso en Terrasa en las que bajaba a comprar el pan y el reclamo de la pelota le arrastraba a horas pasadas en aquellas porterías improvisadas. De ahí a La Masía, donde el propio Xavi considera que se le parió como futbolista de verdad. Había aprendido los primeros pasos en su escuela de Terrasa y hasta había cobrado su primer sueldo de futbolista con once años (4.000 pesetas con los que compró a su madre una tostadora), pero su verdadero crecimiento llegó en las instalaciones del Barça. Allí, este menudo joven pasó de tener a sus hermanos como ejemplo más cercano de centrocampista a la dinastía de cuatros del Barça que había instaurado Cruyff y al que todavía menta. Mientras ascendía categorías pulía su innata visión de juego y construía un amplio abanico de recursos casi imposibles de reunir por completo en un mediocentro: regate, recuperación, llegada, disparo lejano...

Había logrado ascender al Barça B a Segunda División con Jordi Gonzalvo cuando empezó a entrar en las convocatorias del primero equipo. El iracundo Van Gaal fue el primero en darle su oportunidad. Fue el 18 de agosto de 1998 en la Supercopa de España. Salió titular y marcó un gol, aunque el técnico neerlandés no volvería a sacarle al campo con el primer equipo hasta octubre. Su participación aumentó y paulatinamente se fue haciendo un hueco que sólo la enorme presencia de Guardiola en el centro del campo le cerraba. Tentado por el Milan y aconsejado por su padre para que se marchara a Italia, el joven Xavi decidió apostar su carrera con todo a la casilla del Barça.

Su apuesta resultó buena a medio plazo con su activa participación en la consecución de títulos y una lesión de Pep le abrió la puerta para demostrar que había superado la presión del debate sobre la sucesión con apenas 18 años. Xavi se empeñó en demostrar su personalidad y sus diferencias con la leyenda en activo con un estilo más completo por su movilidad en el campo y una nada despreciable cantidad de goles por temporada. Con el puesto aposentado comenzaron a llegar las llamadas de la selección, sus primeros títulos y su formación como nuevo estandarte blaugrana. En más de diez años como jugador se ha convertido en emblema del gusto exquisito que mamó en su juventud. Porque Xavi es un enamorado del fútbol y del Barça, un tipo que no puede estar parado en la grada si está viendo un partido, porque en su casa sigue añadiendo horas de fútbol en televisión analizados al máximo y porque ha adquirido como una esponja las enseñanzas de mentores directos o indirectos desde lo exclusivamente deportivo hasta lo extradeportivo: "Para llegar alto, hay que olvidarse de las discotecas y las chavalas", le dijo Manel Lobo y él lo siguió a rajatabla.

Ha superado a su ídolo Guardiola, por el que suele llevar el cuatro a la espalda. No es sólo un director de orquesta que señala a los músicos lo que deben hacer sino que puede participar en la sinfonía tocando los instrumentos que sean necesarios: ocupa todo el campo, tiene regate, desmarque, precisión en el disparo y el pase largo y en corto, llegada al área con criterio, capacidad de sacrifico y recuperación del balón, sangre fría y corazón caliente. Es más, incluso tiene su movimiento identificativo con esa particular manera de girar su propio eje mientras recibe el balón y encara una nueva dirección.

"Es extremadamente influyente en el juego de posesión del balón, de pases, de penetración que caracteriza a España" explicaba el Comité de Expertos que le eligió como el mejor de la Eurocopa conquistada en Austria y Japón en 2008. Al fin y al cabo, es el engranaje perfecto para el sistema que ha desterrado la 'furia española' como estandarte. Xavi es la pieza ideal, el timón que hace que todas las piezas encajen, porque en buena parte ha sido su estilo el que ha contagiado al equipo y no al revés, como entendió Luis Aragonés. Todo se resume en su inteligencia con el balón, en el empleo sencillo del pase y en la visión global de la jugada para arriesgar sólo cuando es oportuno.

Ahora, el medio prolonga en el más alto nivel lo que aprendió con esos compañeros de generación que le siguen llamando en el vestuario 'Pelopo', con los que puede desarrollar sin sostenes su lado amable y bromista pero al tiempo su faceta responsable y de mando sin levantar la voz. El Mundial de 2006 le llegó tras una lesión de gravedad en su rodilla izquierda que le había dejado cinco meses fuera de las canchas, por lo que se presenta en Suráfrica con el estimulante de trasladar a un Mundial su visión personal que le ha llevado a ser un referente del fútbol.

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