Mientras Iker Casillas levantaba al cielo la Copa del Mundo y España entera saltaba de júbilo, el resto del planeta se rendía al juego de la selección. Desde cualquier rincón futbolístico los halagos a los pupilos de Del Bosque no se hicieron esperar. "España demostró que lo más fácil para ganar es jugar bien", explicaba el diario argentino Clarín. Una afirmación que resume la idea y el estilo de 'La Roja'. Una filosofía basada en mimar al balón, en las triangulaciones y la posesión del esférico. Una digna heredera del 'jogo bonito' del Brasil de Pelé y Garrincha, y del fútbol total de la 'Naranja Mecánica' de los setenta.

Cada selección se ha forjado su carácter a través de los años, de reír, llorar y sufrir durante varios Mundiales. Al hablar de Italia se piensa en el 'catenaccio', en un equipo ultradefensivo encerrado atrás, en la suerte del último minuto, en los Gattuso y Ambrossini de turno. Brasil representa el ataque, la clase individual, la alegría del desorden táctico, el regate imposible de Robinho, la samba en las gradas. Alemania es la fiabilidad, la impresionante pegada del Torpedo Müller o la potencia de Swanstaiger y compañía. Argentina es la velocidad de sus delanteros, el talento de sus atacantes, 'la mano de Dios'.

Durante muchos años España fue identificada como la 'Furia' por su garra en el campo. Una forma de contrarrestar la falta de calidad frente a rivales de mayor entidad, la mayoría con estrellas sobre el escudo. Hoy, sin embargo, a España se la reconoce por el tiki-taka, es decir, el buen fútbol . El combinado nacional por fin tiene una marca propia, una denominación de origen por la que es reconocida en el exterior y que puede exportar. Más allá de los Pirineos miran el nuevo estilo de 'La Roja' para intentar calcarlo.

Es sabido que el ganador de un Mundial intenta ser imitado por los demás para soñar con emular su gesta. Así, el estilo rácano y conservador de Grecia en la Eurocopa de Portugal tuvo muchos seguidores, alguno de sus más fieles alumnos, como Suiza, acudieron con la receta bajo el brazo a Sudáfrica, pero se marcharon de vacío, sin recompensa a tan pobre imagen. Pero la nueva moda, el camino por el que debe ir el fútbol lo marca el estilo vistoso y dinámico de España. Del campeón de todo.

Los 'bajitos'

"Feo, ramplón, duro, hermético, poco vistoso y poco futbolístico". Así definió Johan Cruyff el partido de Holanda en la final mundialista. La crítica es lógica para un hombre que como jugador representó todo lo contrario: calidad, elegancia y clase.

Valores que comparte con la actual selección española. Un grupo liderado por los 'jugones', o los 'bajitos', un calificativo poco apropiado para referirse a los Xavi, Iniesta, Cesc, Silva o Pedro.

Sería más acertado hablar de magos y genios del balón. De una generación de jugadores ambiciosa, ganadora, alejada de los fatalismos y decepciones tradicionales de 'La roja'. De los añejos valores de la 'Furia'. La refundación del equipo se produjo en la Eurocopa de 2008, donde mostró un fútbol de muchos quilates que sorprendió a todos.

El cambio

El toque como idea suprema. Una selección contagiada del juego brillante del Barça o al revés. ¿Qué fue antes el huevo o la gallina? Da igual. En cualquier caso, el papel de Guardiola al frente de los azulgranas, con su apuesta por el fútbol ofensivo y de calidad, ha servido para consolidar la columna vertebral de la selección con la de los 'culés'. Además, el técnico catalán ha tenido el valor de confiar en gente de la cantera, en nuevos talentos, como Pedro o Busquets que se han convertido en imprescindibles don Del Bosque. Un arrojo desconocido en la mayoría de clubes, donde dar la oportunidad a un chaval de la casa se convierte casi en un sacrilegio. Por eso el Barça también es una referencia mundial .

La casta, garra o empuje, características que dominaron a la España de otra época, no dieron resultado al tiempo que no conectaban con el gusto del aficionado español, más amante de un fútbol refinado. Los Rincón, Maceda, Camacho jugaron con sus armas.

Y parte de su gen sigue en 'La Roja'. Ahí está Puyol y su gol ante Alemania. Sin esa raza, esa casta y determinación con la que cabeceó sería imposible ganar un título. Pero el salto de calidad se lo debemos a esos 'bajitos' y a la apuesta por un estilo propio, definido y constante.