No fue el 'Maracanazo' pero casi. Holanda dio la sorpresa al eliminar a Brasil en los cuartos tras remontar el tanto inicial de Robinho. La pentacampeona dejó escapar un partido que tuvo controlado hasta el empate. La 'Naranja Mecánica' fue de menos a más y tras un inicio errático fue capaz de reaccionar en la segunda parte gracias a la velocidad de Robben, el acierto de Sneijder y sobre todo, al fallo monumental del guardameta Julio César.

Brasil es Brasil. Da igual los jugadores que salgan al campo. No importa si son mediáticos o no. El peso de la historia, de los cinco títulos conquistados por esa camiseta les acompaña en cada choque. Por eso el cartel de favoritos es inherente a la 'canarinha' en cada cita y su eliminación prematura, y los cuartos lo son para ellos, se convierte en toda una revolución. Un 'shock' futbolístico.

El choque se presumía muy ajustado. Holanda parecía llegar en condiciones de acabar con sus dos últimos tropiezos frente a la 'canarinha' (Estados Unidos'94 y Francia'98). Los de Van Marwijk eran junto a Argentina, los únicos en haber ganado todos los partidos del Mundial. También consiguieron el pleno en la fase de clasificación. Pero el inicio no fue nada halagüeño. Holanda fue una caricatura de ese equipo eléctrico, veloz y vertical que demostró en Sudáfrica. Ni Robben, ni Sneijder y mucho menos Van Persie aparecieron en ataque. Brasil lo impidió. La pentacampeona salió dispuesta a dar un golpe sobre la mesa.

A reivindicar su papel de favorita. A despejar las dudas sobre sus contundentes como desdibujados triunfos. Y los brasileños lo consiguieron de la mano de Robinho. El ex del Madrid, una condición que compartía con gran cantidad de futbolistas en el campo y que debería hacer reflexionar en el Santiago Bernabéu, brilló con la misma fuerza que antaño. Fue el líder indiscutible de los suyos. Encaraba y se quitaba rivales con una facilidad pasmosa. El futbolista del Santos avisó a los cinco minutos con un gol anulado por fuera de juego de Alves. Pero no perdonó en la siguiente. Robinho aprovechó el agujero en el centro de la zaga holandesa para inaugurar el marcador con un tiro raso.

El tanto sumió aún más en la depresión a Holanda, incapaz de merodear el área de Julio César. Brasil disfrutó de los mejores minutos del campeonato. Realizó un fútbol combinativo y de tiralíneas. Alves se convirtió en un puñal como extremo por la banda izquierda y la movilidad de Luis Fabiano mareó a los centrales holandeses. Incluso Kaká se animó con algún taconazo que dejó vislumbrar al gran jugador del Milan. De hecho, el futbolista blanco tuvo en sus botas el segundo tanto, pero su tiro salió desviado.

Pifia de Julio César

Los de Dunga tenían el encuentro controlado. Los 'Oranje' sólo se aproximaban con tiros lejanos a balón parado. Tras la reanudación nada cambió. Holanda sin la pelota era un equipo vulgar, que apenas frenaba las acometidas rivales. Sólo un error, un accidente podía modificar el signo del partido. Y ocurrió. Sneijder lanzó una falta lateral y Julio César salió a por uvas estorbado por Melo, que rozó el esférico.

El empate produjo un cortocircuito en Brasil y despertó a Holanda de su letargo. Apareció el Robben desequilibrante del Bayern, el Sneijder organizador y letal del Inter. Los de Dunga dieron un paso atrás, atenazados de repente por la verticalidad de la 'Naranja Mecánica'. La situación había dado un giro de 180 grados. La 'canarinha' era ahora incapaz de mantener el balón controlado. El empuje holandés tuvo su recompensa con el cabezazo de Sneijder en un córner. Brasil no se lo podía creer. Pero en vez de asumir el resultado y dedicarse a jugar, prefirió mostrar su frustración por la vía de las patadas. Felipe Melo, desquiciado, vio la roja por un pisotón a Robben. Holanda perdonó en varias contras el tercero, pero tampoco sufrió en exceso. Los pentacampeones, seguían lamentando lo sucedido en lugar de ponerse a remediarlo. Y así, por muchos títulos mundiales a las espaldas, es imposible remontar.