Mundial Sudáfrica 2010

ESPAÑA 0 - SUIZA 1

Comienzo de pesadilla

España protagoniza la sorpresa negativa del torneo tras caer ante Suiza en un flojo partido
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/mundial-futbol/archivos/201006/espana-bomba-665xXx80-5.jpg Gelson Fernandes ha anotado el único gol del encuentro./AFP

España
0
Suiza
1

España: Iker Casillas; Sergio Ramos, Piqué, Puyol, Capdevila, Busquets (Torres, m.61), Xavi, Xabi Alonso, Silva (Navas, m.61), Iniesta (Pedro, m.77) y Villa.

Suiza: Benaglio, Lichtsteiner, Senderos (Von Bergen, m.35), Grichting, Ziegler; Barnetta (Eggimann, m.92), Inler, Huggel, Gelson Fernandes; Derdiyok (Yakin, m.79) y Nkufo.

Gol: 0-1, M.52: Fernandes.

Árbitro: Howard Webb (ING). Amonestó a Grichting (m.30), Ziegler (m.73) y Yakin (m.94).

Incidencias: Partido disputado en el estadio Moses Mabhida de Durban ante 62.453 espectadores. Asistieron, entre otras personalidades, los Príncipes de Asturias, el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, y el secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissavetzky.




Jon Agiriano, envido especial a Durban - 16/06/2010

Un saque largo del portero, una prolongación de cabeza, un delantero que la sigue y gol. Una de las jugadas más viejas del fútbol, practicada por tantos y tantos equipos con un concepto del juego radicalmente diferente al que España muestra con orgullo, condenó ayer a la selección nacional en Durban. El patinazo fue tremendo, a la altura de las expectativas de un grupo que se había presentado en Sudáfrica con la vitola de gran favorito. Lo cierto es que nadie esperaba algo así. No había razones para hacerlo. Pero el fútbol puede ser sorprendente e ingrato, y ayer lo fue con España, que se encontró con el peor partido posible. La ley de Murphy cayó a plomo sobre la Roja, a la que en su estreno le faltó lo esencial: puntería para aprovechar sus ocasiones, profundidad durante la primera parte, claridad de ideas y fortuna en jugadas puntuales como el gol de los suizos o el disparo al larguero de Xabi Alonso en el minuto 69. Por no hablar de la lesión de Iniesta, al que Vicente del Bosque dio la titularidad, a un cuarto de hora del final.

Lo cierto es que España no salió muy bien retratada de un partido que, por parte de Suiza, tuvo las complicaciones esperadas. Ni más ni menos. Se sabía que la selección de Ottmar Hitzfeld iba a entregar el balón a la Roja y se iba a dedicar a tapar huecos y rendijas con la celeridad del que espera el paso por su casa de un vendaval. Que el seleccionador suizo alinease a dos delanteros, Nkufo y Derdiyok, no significaba nada. Si alguno pensó que al alemán le había dado un ataque de valentía se equivocó. Se olvidaba del nuevo oficio de aguador que algunos delanteros, el mismo Etoó, por ejemplo, se ven obligados a ejercer cuando juegan contra el Barcelona o contra España. El problema de fondo es que los pupilos de Vicente del Bosque no supieron encontrarle las vueltas a su rival y, además, concedieron dos ocasiones que los suizos aprovecharon con la precisión de sus relojes. Una fue el gol de Fernandes en el minuto 52 y la otra, el balón al poste de Derdiyok en el 74.

A la selección le faltó chispa, velocidad y precisión, tres de sus virtudes fundamentales. También le faltó el mejor fútbol de algunos de sus mejores futbolistas. Villa y Silva estuvieron desenfocados, Sergio Ramos apenas rompió por su banda y Torres está lejos de su mejor forma. Nada tiene que ver con el jugador que decidió la Eurocopa. Lo demostró cuando saltó al campo en compañía de Navas, justo a la hora de partido. Eran momentos comprometidos, tras el gol de Fernandes, y el seleccionador optó por el plan B: dos delanteros y un extremo puro como el sevillano. España creó peligro en tres o cuatro buenas ocasiones que se fueron por poco. No era el día de los 'rojos' que, cosa extraña en unos jugadores de tanto talento, no dejaron de confundirse cada vez que llegaban al área de Benaglio. O pasaban mal, o no veían el hueco o disparaban fuera.

Suele insistir mucho Vicente del Bosque en la necesidad de trabajar los partidos, de madurarlos bien. Y no le falta razón. Cada vez que salta al campo, España se enfrenta a la labor de un cantero. El rival que tiene enfrente es un bloque de granito más o menos duro o permeable, y debe darle forma. Sus toques acompasados serían como el sonido del martillo y el cincel. Toc, toc, toc. A veces, el trabajo no es fácil. En realidad, cada vez lo es menos para España, a la que sus enemigos le esperan con todo el armamento defensivo que tienen en sus arsenales. Hasta con el viejo 'mauser' del abuelo. Es lo que hizo Suiza desde el pitido inicial. Su defensa comenzaba en su pareja atacante, seguía en sus centrocampistas de banda, Fernandes y Barnetta, se prolongaba en sus medios centros, Inler y Huggel, y terminaba en Benaglio y sus cuatro escuderos.

El guión de España

Ante esta propuesta, la Roja respondió como siempre: con un monólogo de toques. El problema es que no vale hablar por hablar. Hay que decir cosas con sentido y el equipo nacional no supo hacerlo en amplias fases del encuentro. Durante toda la primera mitad, por ejemplo, el ritmo de juego no fue el necesario a partir de los tres cuartos de campo. La cadencia de España era excesiva. En ocasiones, hasta pecó de un cierto manierismo. El caso es que nadie fue capaz de habilitar a Villa, que tampoco fue el de otros partidos. Ni de lejos. En la segunda parte subieron las revoluciones, como no podía ser de otra manera. Lo malo es que entonces, a medida que avanzaba el segundero y el tanto de los suizos aumentaba de peso, llegaron los nervios, la tensión del debut, la angustia del gran favorito, del equipo deslumbrante que está decepcionando y comprometiendo su futuro.

Del imponente estadio Moses Mabhida de Durban queda, pues, un pésimo recuerdo. Le faltó un poco de todo a la selección, empezando por la suerte de los campeones. De haberla tenido, quizá Piqué hubiera adelantado a su equipo en el minuto 23 o Silva en el arranque de la segunda parte y la historia del España-Suiza se hubiera escrito de una manera completamente distinta. Sólo queda, por tanto, hacer los deberes ante Honduras y Chile, en dos partidos a vida o muerte. Lo van a ser, de ahora en adelante, todos los que le quedan a España, protagonista de la sorpresa negativa de lo que se lleva de Mundial. Se le esperaba en Sudáfrica casi con devoción y ahora se le mira sin saber muy bien qué pensar de ella.

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