Elecciones EEUU 2008

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John McCain

Diseño: Fernando Hernández e Ignacio Povedano | Coordinación: Juan Jiménez.

El último reto del héroe rebelde

Mercedes Gallego

«Cuando tenía 5 años un coche paró frente a nuestra casa. El oficial de la marina que iba dentro bajó la ventanilla y le gritó a mi padre que los japoneses habían bombardeado Pearl Harbor. Casi no volví a ver a mi padre en los siguientes cuatro años». Fue sólo el primer gran azote que le dio la vida a John McCain, marcado sobre todo por los cinco años y medio que pasó después en el peor campo de concentración de Vietnam, apodado sarcásticamente Hanoi Hilton. Cuando su avión cayó derribado, la muchedumbre lo linchó a palos. Se le ofreció atención médica a cambio de información militar, pero él prefirió que lo dejaran morir. Cuando descubrieron que su padre era almirante lo llevaron a un infecto hospital donde le soldaron los huesos de mala manera. Llevaba casi un año en una celda de aislamiento cuando su padre fue nombrado comandante de las fuerzas estadounidenses para Vietnam.

Jonh McCain
Jonh McCain.
Cuanto más tiempo estemos en Líbano, más difícil será marcharnos

Sus captores le ofrecieron la libertad. «Yo sabía por qué», contó durante su discurso de coronación como nuevo líder del Partido Republicano. «Si me iba a casa lo usarían como propaganda para desmoralizar al resto de los prisioneros. Nuestro código decía que sólo podíamos ir a casa en el orden en el que habíamos sido capturados, y había otros hombres antes que yo. Me lo pensé, y mucho. No estaba en buena forma, echaba de menos todo lo de EEUU, pero lo rechacé. Me advirtieron que si no lo aceptaba me torturarían más duro que nunca, y así lo hicieron durante mucho tiempo, hasta que me quebraron».


Ahí empieza la leyenda del héroe de Vietnam que ve en este 4 de noviembre su última oportunidad para llegar a la presidencia de un país que, según dice, empezó a amar de verdad mientras era prisionero. «No me presento a presidente porque crea que estoy bendecido con tal grandeza personal que la historia me ha designado para salvar a nuestro país en la hora de necesidad, sino porque mi país me salvó a mí, y eso no puedo olvidarlo. Lucharé por él hasta mi último aliento, con la ayuda de Dios», prometió durante su coronación.


A sus 72 años, McCain no es el candidato más viejo que haya visto EE UU. Le gana Bob Dole, que perdió con 73 años frente a Bill Clinton en 1996. Sólo un septuagenario, Ronald Reagan, ha logrado ganar las elecciones, pero en aquel caso se trataba de la reelección para su segundo mandato (la primera vez tenía 69). Los propios miembros de su partido dicen que McCain desea esta última oportunidad con tanto ahínco que sólo así ha logrado contener los brotes públicos de mal genio que se le conocieron en su campaña de 2000, cuando George W. Bush le ganó la partida por la nominación conservadora con una guerra sucia.


25 años en el Congreso


Si esta vez lo logra, ¿qué clase de presidente será ese héroe de guerra marcado por tan traumáticas experiencias? Si su historia personal explica la leyenda del guerrero indomable, sus 25 años en el Congreso dan pistas sobre su fama de rebelde e independiente. En 1983 acababa de ser elegido diputado después de haberse vendido como soldado de a pie en la revolución Reagan, cuando decidió oponerse a su presidente y a su partido en un tema de seguridad nacional. El admirado Reagan había pedido autorización al Congreso para mantener en Líbano a los marines durante año y medio más, como parte de las tropas de paz multinacionales. La resolución pasó por la abrumadora mayoría de 260-170, pero durante el debate sorprendió la desfachatez del diputado novato de 47 años (los mismos que tiene ahora su rival Barack Obama) que se oponía con vehemencia en el hemiciclo. Por ser un héroe condecorado, hijo de una saga de oficiales, su alocución acaparó titulares irritantes para el partido.


«Cuanto más tiempo estemos en Líbano, más difícil será marcharnos», decía. «Nos quedaremos atrapados por nuestros propios argumentos». A su juicio los objetivos de esta fuerza multinacional eran imposibles en las condiciones del momento, especialmente con un destacamento tan reducido. No había pasado ni un mes cuando un atentado suicida acabó con la vida de 241 marines estadounidenses y 58 soldados franceses. Las fuerzas americanas se replegaron inmediatamente. La guerra consumió Líbano.


Esa primera decisión no sirvió de guía para predecir sus futuras decisiones. Como senador, apoyó sin fisuras a George Bush padre durante la primera guerra del Golfo, aunque con el tiempo consideró que había sido un error no rematar la faena eliminando a Sadam Hussein. Con Bill Clinton no hubo sintonía. Había apoyado la decisión de Bush padre de enviar fuerzas a Somalia en misión humanitaria, pero en 1993 se opuso a que mantuvieran la paz entre las facciones en guerra. Al año siguiente un sangriento ataque que mató a 18 soldados estadounidenses e hirió a 70 puso punto y final a esa misión.

Invasión terrestre


«Cuando el uso de la fuerza es necesario para proteger los intereses estadounidenses, Clinton rara vez considera ninguna otra opción que no sea ataques aéreos con misiles y ocasionales bombardeos sin trascendencia», le criticó en su libro "Worth Fighting For" (Por lo que vale la pena luchar). Cuando la OTAN respondió a los atropellos serbios de Kosovo en 1999, él consideró «indefendible» que se hubiera descartado la invasión terrestre. En su opinión, la cautela de Clinton para la guerra reflejaba una actitud «reactiva» frente a los problemas de seguridad nacional en el mundo. «Espasmódica, indecisa, vacilante», criticó, «en un mundo en que EE UU es la única superpotencia».


Por eso apoyó con firmeza la invasión de Afganistán tras el 11-S, y su única queja a la de Irak es que el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, había enviado pocas tropas. De ese error culpó el fracaso de la misión. Por su insistencia en una escalada de tropas, Bush le atribuye el mérito de la relativa estabilización actual. Él ha prometido estar en Irak «cien años si fuese necesario» hasta completar la misión. Amenaza con «bomb-bomb-bomb» Irán para detener sus aspiraciones nucleares, como se mofó él mismo en una canción que cantó para un show televisivo, y fue el primero en reclamar una intervención internacional para detener la invasión rusa de Georgia.


McCain toma las decisiones caso por caso, y si algo se puede anticipar de sus decisiones bélicas es que no serán tímidas ni a la ligera. Nadie odia la guerra más que él, asegura.


 

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