JON AGIRIANO | MEDINA DE RIOSECO (Valladolid)
Los profesores de Secundaria dibujan un panorama inquietante del sistema educativo español, que nunca ha dispuesto de mayores medios y ha obtenido peores resultados
EN CLASE. El instituto de Medina de Rioseco cuenta con 480 alumnos y 60 profesores, 11 de ellos en Orientación Académica. / IGOR AIZPURU
En la sala de dirección del Instituto de Educación Secundaria ‘Campos y Torozos’, en Medina de Rioseco, a 42 kilómetros de Valladolid, al visitante le esperan tres profesionales de la enseñanza. (A lo largo de la charla comprenderá que, cuando escriba de ellos, podrá calificarlos de vocacionales, malpagados, pacientes y desencantados, y que dudará si el adjetivo heróico será excesivo para describir su sentido del deber por encima de incomprensiones, ingratitudes y un sueldo medio de 1.700 euros). Son Camino Núnez, la directora del centro; María José Mambrilla, la jefa de estudios, y Felipe Moro, el secretario.
El motivo del encuentro en estas vísperas electorales no es otro que charlar sobre la educación en España con los encargados de impartirla en un instituto de provincias. En uno cualquiera. En este caso, el de un pueblo castellano de 5.000 habitantes rodeado de latifundios de secano. El visitante lleva anotados en su libreta los datos más reseñables del último informe PISA. En su día, dieron pie a titulares muy gruesos y a la típica gresca entre Gobierno y Oposición. Datos, por ejemplo, como que el nivel de comprensión lectora de los alumnos españoles de 15 años ha descendido de forma «muy notable», que el de Matemáticas es «ligeramente inferior» al de 2003 y que el de Ciencias apenas sufre variación. También anotó en su día el cronista que, a juicio de la ministra Mercedes Cabrera, el sistema educativo español se mantiene en unos parámetros razonables, salvo en el caso de la lectura.
Sin autoridad
A pie de obra, sobre el terreno, el diagnóstico de los profesionales es mucho más crudo. La propia mención del informe PISA dibuja una sonrisa irónica en los tres profesores de este instituto en el que asisten a clase 480 alumnos procedentes de Medina y de más de veinte pueblos de su comarca. En realidad, es el detonante de una conversación abierta y sincera que tiene algo de desahogo y de encendida voz de alarma.
-«Se tapan muchas cosas. Los resultados son desastrosos. Ya no se valora el estudio. El que suspende seis hace gracia. Esto es como sembrar en piedras. Los chavales sólo quieren pasárselo bien. Les importa un huevo formarse»-, asegura Felipe Moro.
Mambrilla asiente con un mohín de resignación.
-«Antes lo que decía el profesor era sagrado. Ahora no tenemos ninguna autoridad. El decreto de convivencia de mayo de 2007 nos deja con las manos atadas. No puedes expulsar a un alumno. En realidad, no puedes hacer nada. Eso sí, papeleo que no falte. Nos come la burocracia. Te pasas el día haciendo partes, sanciones, escribiendo cartas a padres, abriendo expedientes...»-, se lamenta.
-«El tiempo que quitan los malos alumnos es un lastre enorme. De los buenos apenas nos podemos ocupar. Es triste, pero es así»-, reconoce Camino Núñez, la directora.
-«El problema es que muchos están por estar. Mira, lo normal es que en Segundo de la ESO haya 8 ó 10 repetidores de Primero. A partir de ese momento, ya no pueden repetir y tienen que ir pasando de curso»-, explica el secretario.
-«Es lo que se llama promoción por imperativo legal, el PIL»-, apostilla la jefa de estudios.
-«¿Y qué ocurre? Pues que en Tercero te encuentras con chavales que tienen 20 asignaturas colgadas y que son unos analfabetos funcionales. Muchos no saben ni leer en condiciones. Y no será por falta de medios o de atenciones»-, se duele Felipe Moro.
Un traje a medida
Al secretario del instituto ‘Campos y Torozos’ no le falta razón. La obsesión de los sucesivos ministerios ha sido que ningún alumno se quede atrás. Todos permanentemente unidos, sin importar su inteligencia o catadura, juntos, revueltos y encadenados Ghandi y Al Capone, Einstein y Abundio. Hay planes para todos, una oferta sin parangón en la historia de la enseñanza pública en España. Cada chaval dispone de un traje educativo a medida. Existe el Plan de Diversificación Curricular (PDC), que permite a los alumnos aplicados pero con una cierta lentitud en la compresión acceder al mismo título que los buenos alumnos pero a un ritmo menos exigente. Existe el Plan ACNES para los escolares con necesidades educativas especiales, que es como se llama ahora a los retrasados. Tampoco hay que desdeñar el plan ANCES, del que se benefician aquellos chavales con Necesidades de Compensación Educativa no por su inteligencia sino por sufrir unas circunstancias familiares adversas. Otro programa importante es el PROA, que sirve para que algunos estudiantes refuercen sus conocimientos en asignaturas instrumentales como Lengua y Matemáticas. Y no hay que olvidar porque es muy importante -a estos pueblos de la Tierra de Campos han llegado muchos búlgaros- el Plan de Acogida a Emigrantes.
-«Antes los grandes departamentos eran los de Lengua, Matemáticas y Geografía e Historia. Ahora todo es distinto. La Historia, por ejemplo, no la pueden ni ver. Te dicen que para qué tienen que saber cosas que ya han pasado, que lo importante es el futuro. En fin... Ahora el departamento clave es el de Orientación Académica. De los 60 profesores que somos, 11 están en Orientación. ¿Cómo se explica entonces que con los mejores medios haya los peores resultados? Yo creo que es un problema social. Los niños se crían solos y se acostumbran a hacer de su capa un sayo. Los padres les dan todo: móvil, ADSL, mp3, la Wii, el iPod, televisión en las habitaciones... Todo menos tiempo, educación y disciplina»-, disecciona Camino Núñez, que en su primera clase de este curso -ella da francés- tuvo que situar Francia en el mapa para aclarárselo a algunos despistados.
Vocacional de la enseñanza como la gran mayoría de sus compañeros -«sigues en esto porque lo llevas dentro y te gusta»-, la directora ve con preocupación las próximas elecciones.
-«Es imprescindible un Pacto de Estado sobre la Educación. Lo que no puede ser es que estemos cambiando continuamente. Imagínate que gana Rajoy. Pues la LOE fuera y otra vez a empezar de cero. Así no se puede seguir»-, enfatiza.
Es la hora del recreo. Muchos estudiantes salen del instituto a dar una vuelta, otros pasean por la arboleda del patio comiendo el bocadillo y algunos se quedan charlando por los móviles en la entrada, frente a la secretaría, junto a un gran panel de corcho donde cuelgan un mapa de la UE y carteles de incitación a la lectura, a dar la batalla contra el alcohol y a tratar dignamente a los profesores. De estas cosas no hay que darle lecciones a Javier Ganso y a Nuria Sánchez, dos de los alumnos más brillantes del centro.
Quizás sólo sea casualidad, pero el padre de ella y la madre de él trabajan en la administración del instituto. Los dos tienen opiniones bien argumentadas. Javier se queja de que hay una mala planificación previa y a Segundo de Bachillerato se llega con una presión excesiva. Nuria, por su parte, lamenta que Filosofía y Literatura sean obligatorias en Segundo para los estudiantes de Ciencias como ella. Ambos reconocen, con timidez, que son una excepción. Tras despedirse de ellos, el visitante piensa que eso no es lo peor. Lo peor es que Javier y Nuria ya no son ni siquiera un ejemplo .